EL VIEJO ENGAÑO DE LA PENA RESTAURATIVA.

Cuando una persona sufre una lesión de cualquier tipo; sea provocada intencionalmente (dolo) o imprudentemente (culpa) piensa normalmente que el resarcimiento pecuniario (pago de daños y perjuicios) es una solución viable, incluso justa. Así lo tiene previsto el Derecho Moderno en todas las legislaciones en los países democráticos. (Sí. Ese mismo que le llaman «Estado de Bienestar» o «Estado Social y Democrático de Derecho»)

El problema se torna más complejo, cuando la lesión no es solo material si no moral, espiritual como por ejemplo la promesa de matrimonio no cumplida. Eso fue lo que le pasó recientemente a una amiga. Conoció a un hombre mayor que la cortejó, la enamoró y finalmente la convenció de que dejara sus planes de hacerse monja para casarse con ella. Al convivir por unos cuantos meses el tipo se reveló como un verdadero patán; mujeriego y violentador de su pareja. Palabras soeces, humillaciones, ofensas y hasta algunos golpes para reafirmar su hombría de hombre macho. El asunto es que en una de esas crisis de relación de pareja el tipo logra convencer a mi amiga joven que no lo deje; a cambio de eso, de común acuerdo firma ante Notario una promesa de matrimonio y establece una compensación económica a modo de dote a favor de ella.

El punto es que mi amiga ofendida y humillada ahora lo único que quiere es «cagarse» en el tipo haciéndolo cumplir con el resarcimiento económico, aunque eso signifique casarse con él aunque no lo ame. Es decir, piensa que pasado un tiempo podría llegarlo a perdonar o incluso querer y si no pues divorciarse. En resumen, mi amiga está totalmente confundida; tiene una revuelta de sentimientos encontrados que no se aclara.

Ella me pidió que le diera un consejo y a riesgo de «meterme en lo que no me importa» le dije: «Si realmente no lo amas no te cases» y ella me respondió con una pregunta: ¿Pero como hago para que este señor me pague por todo el daño que me ha causado, para que me devuelva mi dignidad de mujer? Yo le contesté a ella que eso no podía pasar a no ser que lo perdonara diera la vuelta y se fuera a buscar otros rumbos. «El odio no te dará amor» eso fue lo que le dije. Debes perdonar y olvidar, seguir tu camino.

Ella espera ahora que el día esperado llegue; el día del matrimonio. El viejo engaño de que la pena te va a resarcir el daño o la lesión sufrida.


Homero.

Enero 7, 2014.

NICARAGUA: PRIMER DÍA DEL AÑO 2014

Hoy es primer día del año 2014 y las calles están desoladas en mi ciudad. La medianoche agarró dormidos a la mayoría de la población; pocas ganas de celebrar, poco dinero para gastar. Este año que pasó la economía de Nicaragua mantuvo su reflujo real, los productos de primera necesidad más caros y aumento en la tasa de desempleos y del sector informal. El Gobernante amenaza en estos primeros días del año con aprobar con su «aplanadora partidaria» una reforma constitucional para perpetuarse en el poder. El Alto Clero y la iniciativa privada han reaccionado tímidamente con aire sospechoso de complicidad. Cada quien tiene «librado su cubo», todos están quietos por que han obtenido y están obteniendo prebendas del Gobierno. Con el estómago vacío la gente aplaca su hambre con altares «solidarios» dedicados a la Virgen María; juegos mecánicos y muchas piñatas llenas de caramelos. Feliz Navidad y Año Nuevo ha gritado el matrimonio Gobernante  quienes agarrados de la mano por el frente; sonriendo y saludando hacen la «guatusa» al pueblo, por detrás. A vista y paciencia de una oposición en harapos que busca desesperadamente hacer «una revolución» mientras compran «guaro» y bocadillos en el supermercado, para celebrar la «revolución en ciernes». Así están la cosas en mi país, en este primer día del año 2014.

 

Homero.